Los niños con problemas en el neurodesarrollo presentan una mayor vulnerabilidad a presentar problemas de conducta. Las dificultades comunicativas o de interacción social, los problemas para gestionar emociones, la rigidez en el comportamiento, entre otros, son factores que hacen más probables la presencia de conductas desafiantes.
En muchas ocasiones, se suele recurrir a estrategias negativas y reactivas (regañar, castigar, etc.) de forma generalizada para tratar de abordarlos. Pero estas estrategias tienen un efecto muy limitado, en el corto plazo y acaban generando un clima negativo en las interacciones.